Se calcula que actualmente hay en el mundo 100 millones de nómadas digitales y trabajadores remotos. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se estima que la cifra llegue a 1.000 millones para el año 2050. Muchos de ellos provenientes de países con alto poder económico, con altos ingresos que pueden gastar en el país que visitan.
Hay estadísticas que señalan que el 69 % de los nómadas digitales y trabajadores remotos tienen un ingreso anual promedio que va de los U$$ 50,000 dólares a los U$S 250,000 dólares. No hay duda que el aporte económico que pueden ofrecer en las ciudades que visitan es considerable, inclusive hasta fundamental para su economía, como menciona la Ministra de Trabajo de Portugal, o como indica el Ministro de Turismo de Ecuador Niels Olsen cuando señala: ¿En qué beneficia esto a nuestro país? Divisas frescas en nuestra economía y generación de nuevos empleos”.
Hay sectores, por ejemplo, el gastronómico en muchos lugares, que reconocen existir solo gracias al nómada digital y trabajador remoto. Su promedio de estadía es de más de 2 meses en comparación con los turistas tradicionales que se quedan solo unos días.
De ahí la competencia que se ha visto en el mundo entre las ciudades buscando atraer a estos nuevos migrantes. Inclusive los países están facilitando las estadías largas creando nuevas visas de trabajo dirigidas a los nómadas digitales y trabajadores remotos. Ya hay más de 60 países ofreciendo visas especiales desde Georgia hasta Argentina. Si buscamos ejemplos, los podemos encontrar en el podcast La Gran Renuncia (episodio #40) donde el Director de Relacionamiento Internacional de Buenos Aires Mauro Guevara, nos adelantó todo lo que ofrece Buenos Aires al nómada digital para que elija esta ciudad como destino.
Se produce entonces un incremento enorme en los países que se suman a esta iniciativa, considerando que en el 2022 habían menos de 30 países ofreciendo visas para este público. Y dentro de estos países son las ciudades más importantes las que han invertido en crear un ecosistema para el nómada digital y trabajador remoto, desde organizar encuentros en bares de la ciudad, tours, hasta fomentar en el sector privado la creación de espacios de coworking coliving y cohousing. Inclusive también evaluando opciones para la educación de niños de familias nómadas digitales.
Pero este interés y búsqueda por parte de los gobiernos de atraer al nómada digital y trabajador remoto parece limitarse a lo netamente económico: supera por mucho el dinero que deja este visitante en las ciudades al quedarse por semanas o meses que el que aporta el turismo tradicional de estadías cortas.
Si bien es legítimo que el interés primario sea el aporte económico, no hay que dejar de lado que una presencia importante de nómadas digitales y trabajadores remotos va a permitir un intercambio cultural y técnico, va a ayudar a mejorar la visión que tienen habitantes de una zona sobre otra al constatar que prejuicios que llevaban arrastrando sobre el país que visitan no eran ciertos. Inclusive modifica hasta la forma de alimentarse, cuando quienes vienen de países súper industrializados donde la calidad de la comida es muy baja se encuentran en países donde la dieta es totalmente diferente tradicional y mucho más sana.
Pero podemos llevar el rol de estos trabajadores más allá: en el mundo de hoy día hay muchos problemas latentes tanto de desigualdades, xenofobia, políticos y ambientales, y el nómada digital y trabajador remoto pueden tener su influencia sobre estos, pero también necesitan la oportunidad de que les exponga a estos escenarios. Como indica la antropóloga Fabiola Mancinelli “Los sociólogos se han hasta ahora centrado en comprender la priorización del ocio por parte de los nómadas digitales ya que se definen principalmente en relación con sus pasiones e intereses más que la actividad profesional que posibilita su forma de vida”.
Sin embargo, hay que hacer notar que los países y las ciudades no van a exponer a estos visitantes de larga estadía a los problemas que existen en la zona en cuestión y de los que muy probable el nómada digital o trabajador remoto pueda tener interés en saber e inclusive influenciar de alguna manera para ayudar a su resolución. El nómada digital y trabajador remoto es en esencia un individuo que se ha resistido a un sistema tradicional de trabajo donde impera un desbalance trabajo vida y ha preferido, en general, el minimalismo a la acumulación innecesaria de objetos, y al riesgo y a la incertidumbre como estilo de vida.
Hay espacio para que las organizaciones civiles también aprovechen de este público para que -como nómadas que son -vean lo que está pasando y lleven el mensaje a su país de regreso o a donde vayan. Este concientizar de los problemas del país no lo hará ningún organismo estatal obviamente pero sí es una oportunidad para la sociedad civil a desarrollar y aprovechar.
POR ROBERTO SHLESINGER